En la sangre de su papá había una euforia de alegría y esperanza, en que iba a cambiar la situación en la que vivían. Engendrado con esa fuerza y mística.

El cantor del pueblo

En un rincón de San Pedro, San Marcos, al que se llega en un sube y baja de calles si se toma de punto de partida el parque central, existe una casita amarilla pálida, con dos ventanas en sus bordes y en la que suscita poesía en diversas formas.

El mediador entre lo místico de esas letras y lo visible de este mundo es José Luis de León, conocido como el Cantor del Pueblo, quien desde la luz primera, como lo describe él, ha plasmado las facetas de su vida con ayuda del papel y la tinta.

José Luis nació el 2 de julio de 1951 en el Cantón San Agustín Tonalá del municipio de San Pedro Sacatepéquez, San Marcos. Para él, la fecha de su nacimiento es muy especial por coincidir con el año en que el expresidente Jacobo Árbenz Guamán tomó posesión como jefe de Estado de Guatemala.

“Mi papá nos platicaba que en la escuela politécnica se escuchaba de un joven de apellido Árbenz, que tocó el clarinete llamando a su promoción para unirse a la lucha de la Revolución. El pueblo, estudiantes y campesinos estaban en una euforia. En mi sangre, se impregnó ese latir”, recordó con orgullo.

Infancia

Con valores y principios bien cimentados, José Luis tuvo que enfrentar la calle desde chico. A los 6 años agarró la Shinola, el cepillo, la brocha; los metió en su cajita, y salió a ganarse la vida como limpiabotas.

Con mucha nostalgia al contar esa parte de su vida, recuerda que al parque le llamaba la facultad. Para aquel niño sampedrano, la escuela era el parque, el estudio era el trabajo, los libros la Shi

nola y la tinta, y su herramientas los cepillos y la brocha.

Enfrentó buenas y malas experiencias en la facultad. En una ocasión,


Emilio Reynoso
Emilio Reynoso
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